La Oficina de Drogas y Crimen de la ONU, UNODC según sus siglas en inglés, ha realizado un exhaustivo informe para conocer cuáles son los motivos que llevan a los africanos a dejar su hogar y lanzarse al mar en busca de un mundo mejor, analizando sus perfiles, sus decisiones, las rutas que siguen y las mafias que les captan y les ayudan en su intento de llegar a Europa.
En The Migration Route vamos a desgranar este informe en una serie de artículos que recogerán aquellos datos más importantes de este impactante estudio que analiza las llegadas de migrantes irregulares a las islas Canarias durante los últimos años.
Las rutas del oeste y el norte de África
La gran mayoría de africanos occidentales entrevistados por el Observatorio de las Islas Canarias, han utilizado diferentes redes de contrabando para poder llegar a países como Mauritania, Argelia o Marruecos, desde donde cogen las embarcaciones que más tarde les acercarán a Europa.
Una de las entrevistadas era una mujer de Costa de Marfil que dejó su hogar en 2019 para unirse a su marido, que estaba viviendo en Marruecos. Gracias a la libertad de movimiento entre algunos países africanos, viajó en una camioneta pick-up a través de Mali llegando a Mauritania después de una semana. Allí contactó con un taxista, recomendado por su marido, que le acercó hasta el Sáhara occidental.
Otro de los testimonios, un hombre de Guinea, sí tuvo que contratar los servicios de un contrabandista para poder cruzar la frontera con Argelia después de haber llegado a Mali andando por sus propios medios. Dicho contrabandista es el encargado de poner en contacto a los migrantes con diferentes transportistas de la zona que puedan ayudarles a entrar sin ser vistos en Argelia y otros países del norte.
Normalmente la movilidad dentro de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental no ha sido una gran preocupación para aquellos que han de vigilar las migraciones, principalmente porque al haber libre circulación el tránsito de personas entre países siempre ha sido muy elevado.
No obstante, la pandemia de la Covid-19 hizo que en estas zonas empezasen a aparecer contrabandistas que ayudaban a los migrantes a cruzar las fronteras de forma irregular y sin tener en cuenta las muchas restricciones impuestas para evitar la transmisión de la enfermedad. Entre abril y junio de 2020, sólo el 4% de los puntos de acceso a los viajeros en África central y occidental estaban abiertos, mientras que el 26% eran accesibles pero con muchas restricciones.
Del oeste al norte de África en avión
Muchos africanos del oeste no necesitan hacer uso de contrabandistas o incómodos medios de transporte para alcanzar los países del norte, pues muchas de estas naciones tienen acuerdos con países como Marruecos para facilitar los desplazamientos.
Por ejemplo, los ciudadanos de Costa de Marfil pueden entrar en Marruecos con una visa que les permite quedarse hasta 90 días. En este caso, si los migrantes tienen todos los documentos en regla de su país de origen, no son necesarios los contrabandistas. Uno de los entrevistados por el Observatorio es una mujer de Costa de Marfil que viajó desde Mali hasta Marruecos en avión junto a un hombre maliense que prometió ayudarla a cruzar el océano hasta las islas Canarias. Una vez en Casablanca, el hombre le pidió 3.000 dólares que acabó quedándose para él, para su propio viaje a través del océano.
No obstante, sí que hay ocasiones en las que los migrantes utilizan la labor de los traficantes, especialmente si no tienen en su poder la documentación en regla para poder viajar a través de las fronteras por avión.
Desde el norte de África a España
La gran mayoría de los entrevistados han intentado llegar a Europa por medios ilegales, aunque las primeras veces siempre lo han hecho de manera individual sin recurrir a los traficantes. Además, la gran mayoría han reconocido preferir la ruta del Mediterráneo occidental a la del Mediterráneo central o la del norte de África. De hecho, la del Mediterráneo central está considerada la más peligrosa por el hecho de tener que cruzar los desiertos de Libia.
Según la IOM, 999 personas perdieron la vida o desaparecieron en la ruta del Mediterráneo Central en 2020, mientras que en 2021, la cifra aumentaba hasta los 1.553. Tal como relataban dos jóvenes senegaleses que habían conseguido llegar a las Islas Canarias, su primera intención era llegar a Libia desde Níger entre 2014 y 2019, pero no lo consiguieron tras ser interceptados en varias ocasiones por la seguridad de las fronteras e incluso ser abandonados en el desierto por el traficante que habían contratado.
Aquellos que llegan a Marruecos, intentan siempre dos opciones: la ruta del Mediterráneo occidental desde el norte de Marruecos y la del noroeste del continente africano. También hay ocasiones, como la del pasado 24 de junio, en las que los migrantes se organizan en grandes grupos de personas que intentan cruzar la frontera de Ceuta y Melilla saltando por encima de las vallas.
Las rutas marítimas
Las salidas desde el continente africano a las Islas Canarias se pueden producir en una desde una extensa zona que abarca unos 2.500 kilómetros de costa desde Gambia hasta el norte de Marruecos. Es por ello que los viajes en las embarcaciones también varían mucho, siendo de apenas 24 horas para los que salen desde el sur de Marruecos y llegan a Lanzarote o Fuerteventura, hasta los 10 días de travesía para los que salen de Senegal y llegan a El Hierro.
Según el departamento de Inmigración de Gambia, los traficantes suelen estar en el pueblo pesquero de Kaya (al norte de Dakar en Senegal), donde reciben a aquellos que quieran cruzar el mar. Los accidentes marítimos durante las travesías suelen ser habituales, sobre todo si los viajes duran más de lo esperado a causa de las condiciones climatológicas, así como de las condiciones de la embarcación y el número de personas que viajen en ella.
La embarcación más utilizada suelen ser los cayucos, unas canoas de madera utilizadas tradicionalmente para pescar y que salen de Senegal. Por otro lado, también están las pateras, también de madera o de fibra de vidrio, que suelen salir de Mauritania o del Sáhara Occidental. Sin embargo, en 2021 también se han producido llegadas de barcas neumáticas a las islas, las más peligrosas a la hora de cruzar el mar.
Tal como han podido descubrir las autoridades españolas en colaboración con la agencia europea Frontex, muchas de estas embarcaciones se construyen en serie en diferentes astilleros especializados que se encuentran en Marruecos y el Sáhara.
“Después de haber estado esperando una semana, nos llevaron a la playa. El barco estaban en el mar, atado a un poste. Estaba tan profundo que las olas me llegaban hasta el pecho. Todos tuvimos que entrar en el mar para poder llegar al barco y poder subirnos. Estaba tan alto que a todos nos costaba llegar. Yo lo conseguí, pero dos mujeres de nuestro grupo no lo consiguieron y las dejamos atrás”, recuerda un hombre senegalés que consiguió llegar a las Islas Canarias.
Como las autoridades marítimas tanto senegalesas como marroquíes vigilan las playas, normalmente las salidas se hacen de noche. Las barcas no van equipadas ni con GPS ni brújula, por eso los pasajeros tienen que esperar a dejar las aguas internacionales para poder tener cobertura y así avisar a un familiar o a alguien del servicio de emergencias de su situación en el mar.
La gran mayoría de rescates son efectuados por Salvamento Marítimo, que en los últimos años está trabajando de forma coordinada con la Guardia Civil y varias ONGs que ayudan a saber la situación exacta de los migrantes en el mar. Una vez que las embarcaciones dejan la playa, los traficantes se desentienden de las mismas, dejando a su suerte a los migrantes y sin preocuparse de si la barca llega al destino o regresa a su lugar de origen.