El proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha documentado que desde principios de 2021 hasta octubre de 2022, se han producido 5.684 muertes en las rutas migratorias de acceso a Europa. Especialmente, ha habido un aumento en el Mediterráneo y en las fronteras terrestres.
Según la autora del informe, Juia Black, desde que en 2014 comenzase el conteo de fallecidos, se han registrado, al menos, 29.000 muertes en los viajes hacia Europa. “Un sombrío recordatorio de que se necesitan desesperadamente más vías legales y seguras para la migración”, según palabras de la propia Black.
Desde principios del año pasado, hasta el 24 de octubre, el estudio registró al menos 2.836 muertes y desapariciones en la ruta del Mediterráneo Central, una cifra que ha aumentado con respecto a los 2.262 fallecimientos registrados en el período 2019-2020.
En la ruta que conecta África con las Islas Canarias, se han documentado 1.532 muertes, el mayor número de fallecimientos registrados desde que la OIM empezó a documentarlos en el año 2014.
No obstante, estos datos no son del todo exactos ya que el proceso de verificación es muy complicado y no se tienen en cuenta los llamados “naufragios invisibles”, que son los casos en los que las embarcaciones se hunden en mitad del mar sin dejar constancia de cuántas personas viajaban en ellas.
Otras rutas que también aumentaron el número de fallecidos en 2021 fueron las de la frontera terrestres que une Turquía y Grecia (126 muertes documentadas), la de los Balcanes Occidentales (69), el cruce del Canal de la Mancha (53) y las fronteras entre Bielorrusia y la Unión Europea (23). A ello, se suman las muertes de los ucranianos en la frontera por el reciente conflicto en su país (17).
El problema de las identificaciones
El informe revela un fallo estructural evidente en la manera de proporcionar vías seguras de migración y acceso hacia Europa que podría haber evitado muchas de las muertes. Según la OIM, al menos 252 personas murieron durante supuestas expulsiones forzosas llevadas a cabo por las autoridades europeas.
Aunque la organización aclara que este número no es el real ya que estos casos son casi imposibles de verificar en su totalidad por la falta de transparencia, la falta de acceso a los datos y la naturaleza altamente politizada de estos eventos.
Además, los datos del Proyecto de Migrantes Desaparecidos también han mostrado la dificultad que existe a la hora de identificar a las personas que fallecen en las rutas migratorias hacia Europa.
Por ejemplo, en el Mediterráneo Central solo se pudo esclarece la nacionalidad de cuatro de las 59 personas que murieron frente a las costas europeas en 2021. Un número que aumenta significativamente en la travesía del Mediterráneo Central, donde solo se pudo registrar la nacionalidad de 457 personas de los 1.508 fallecidos.

Son más de 17.000 las personas que perdieron la vida en las rutas migratorias hacia Europa y que no se han podido identificar desde el año 2014.
“La magnitud de este problema, y el impacto en las familias y comunidades que lidias con las pérdidas no resueltas, evidencias la necesidad de que las autoridades participen para solucionar este problema”, asegura Black, “los Estados deben defender el derecho a la vida de todas las personas evitando más muertes y desapariciones”.
“Para ello, se debe priorizar la búsqueda y el rescate en tierra y en el mar y poner fin a la criminalización de los agentes no gubernamentales que presten asistencia humanitaria a los migrantes en peligro”, añade en un comunicado de la organización.