Actualmente, un millar de personas se encuentran en los centros de acogida inmediata y temporal de migrantes en Canarias, después de que 2022 cerrara con un descenso del 31% en los flujos de embarcaciones que llegaban a las islas.
Así lo ha confirmado el Delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana, en una rueda de prensa en la que ha hecho balance del trabajo que se ha llevado a cabo por parte del Gobierno durante el año pasado.
Según Pestana, en 2022 ha habido dos períodos muy diferenciados: el primero de ellos se dio durante el primer trimestre del año, cuando hubo un aumento de las llegadas en más de un 100%. Y un segundo, a partir de abril, cuando se experimentó una reducción de las llegadas a las islas que hizo que el balance final fuese de un 31% menos.
De hecho, también entre el 202 y el 2021 se han visto reducidas las llegadas a Canarias en unas 900 personas menos.
El millar de personas que se encuentran ahora mismo en los centros de acogida se dividen entre unos 50 en el CATE (Centro de Atención Temporal de Extranjeros), mientras que en los CIES hay entre 800 y 1.000, 200 de ellos en acogida integral.
Con estos datos ha querido aclarar que los recursos de los que se dispone “no están tensionados”, asegurando que los períodos en los que permanecen son “realmente cortos”.
No hay un “millar de jóvenes en las calles”
Preguntado sobre el futuro de los miles de menores extranjeros que se encuentran en distintos centros y que ya han cumplido la mayoría de edad, Pestana ha recordado que la nueva Ley de Extranjería prevé dotar a estas personas de una documentación que les permita trabajar.
Además también hay que contar con las partidas económicas del gobierno central, de unos 100 millones de euros, centradas en facilitar a estas personas unas solución habitacional temporal que contribuya a su integración y su desarrollo.
Es decir, no hay “un millar de jóvenes abandonados a su suerte” en las islas, tal como alertaba la Diócesis de Canarias hace unas semanas.
Pestana ha destacado que las nuevas relaciones bilaterales con Marruecos han supuesto un descenso de las llegadas de las embarcaciones, así como el aumento de la información de la que disponen los migrantes actualmente y que les permite decidir si subirse a una barca o no.