Había partido desde el puerto de Esmimrna, al oeste de Turquía, pero el maltrecho barco pesquero de 20 metros de eslora nunca llegó a su destino. Después de estar cuatro días sorteando la costa griega en busca de la punta sur de Italia, el tremendo oleaje hizo que se chocara contra unas rocas que acabó partiéndolo en dos.
En el barco viajaban hacinadas unas 177 personas de los que, por lo menos 61 han fallecido. Algunos supervivientes pudieron llegar a la orilla de la playa de Steccato di Cutro, una localidad turística calabresa. Entre los fallecidos hay 20 niños, entre ellos al menos un recién nacido. Este nuevo naufragio es uno de los más graves de los últimos años en la costa italiana.
Según las primeras hipótesis, el barco se topó con un arrecife que después le hizo chocarse contra una rocas. Así lo ha asegurado la sección italiana de Médicos Sin Fronteras que ha rechazado la hipótesis de que el naufragio fuese provocado por una explosión.
El accidente fue tan inesperado que los migrantes no tuvieron tiempo de pedir ayuda, aunque 80 de los supervivientes sí que consiguieron llegar a la playa por sus propios medios, junto a los trozos del barco, hecho añicos por el impacto.
Entre las personas que han llegado a la playa se encuentra un ciudadano turco al que la policía italiana acusa de tráfico de seres humanos y de ser el responsable del viaje que ha resultado mortal. También se ha encontrado documentación de al menos otra persona que le acompañaba en el trabajo pero todavía no se ha podido encontrar su cuerpo.
Las autoridades italianas temen que el número de víctimas mortales siga aumentando en los próximos días por las malas condiciones del mar. La gran mayoría de los cuerpos han sido recuperados en las playas cercanas pero ha habido uno que se encontró a decenas de kilómetros de donde sucedió el naufragio.
“Cuando llegamos al sitio del naufragio vimos cadáveres flotando por todos los lados”, ha señalado una médico del Cuerpo Italiano de Socorro de la Orden de Malta (CISOM) a un periódico local, “rescatamos a dos hombres que sostenían a un niños, pero lamentablemente el pequeño estaba muerto”.
Los peligros de la ruta turca
La ruta que une Turquía con las poblaciones italianas de Calabria y Apulia, no solo es larga y peligrosa sino que además es una de las más costosas para los migrantes.Según los datos de Frontex, en 2022 utilizaron esta ruta unas 42.800 personas. La mayoría de ellos venidos de zonas de guerra como Siria, Iraq o Afganistán, además de Irán, Pakistán o Nigeria.
Numerosas fiscalía italianas han empezado a investigar este fenómeno y han detectado que esta travesía no solo se realiza en barcazas maltrechas como la que se hundió este fin de semana, sino también es muy habitual utilizar veleros, considerados menos visibles y más seguros.
Esta ruta está controlada principalmente por traficantes turcos, muchos de ellos presentes en Calabria, pero la gran mayoría de los mafiosos provienen de Rusia y Ucrania. De hecho, el pasado noviembre se detuvo al patrón de un velero con 99 migrantes a bordo en Sicilia, que tenía bandera ucraniana pero los responsables eran rusos.
En esta ocasión, un avión de la agencia europea Frontex pudo avistar a la barcaza el sábado a unas 40 millas de la costa italiana. En esa zona no había ninguna ONG, ya que es una parte del Mediterráneo muy complicada y las últimas restricciones del gobierno italiano han hecho que su labor sea cada vez más complicada de llevar a cabo.
El avión dio el aviso a las autoridades italianas que mandaron dos equipos de rescate que no pudieron hacer nada por las pésimas condiciones meteorológicas. Cuando finalmente pudieron llegar a la zona solo pudieron constatar el naufragio y la descomposición completa de la barcaza.