“Soluciones africanas para problemas africanos”. Esta es la línea que se ha seguido en la gran mayoría de discursos escuchados durante la primera Cumbre Africana del Clima que se ha celebrado esta semana en Nairobi. Occidente no es un socio fiable, África debe tomar la palabra y liderar la lucha por el cambio climático en todo el mundo.
“No podemos ponernos en acción contra el cambio climático con políticas insulares. El calentamiento global no se mitiga con aire acondicionado en nuestros pequeños rincones del mundo”, aseguraba en su discurso el presidente de Kenia, William Ruto.
Con la presencia de una veintena de jefes de Estado y Gobierno africanos, esta cumbre del clima pretendía crear un frente unido de cara a la próxima Conferencia de las naciones Unidas por el Cambio Climático (COP28) que se celebra en noviembre en los Emiratos Árabes Unidos.
Quieren soluciones y las quieren ya, están cansados de promesas vacías como el acuerdo al que se llegó en la COP de Egipto en 2022 de crear un fondo para que los países más vulnerables pudieran hacer frente a las pérdidas y a los daños causados por el calentamiento global, sin especificar quién lo financiará ni cómo se distribuirá.
“Cuando estás en Madrid, por ejemplo, tus realidades vividas son fundamentalmente diferentes a las de una persona en Lagos”, señala Murefu Barasa, fundador de la consultora africana EED Advisory y asistente a la cumbre, en declaraciones a El País. Tenemos que asegurarnos de que no solo estamos hablando, sino teniendo las conversaciones adecuadas. Podemos hablar de metas futuristas como la movilidad eléctrica, el hidrógeno verde… pero sin olvidar que en el África subsahariana en la mayoría de casas se sigue cocinando quemando carbón o leña”.
El continente de los refugiados climáticos
Pese a que África solo aporta entre el 2% y el 3% de las emisiones totales que contribuyen al cambio climático, es una de las regiones más vulnerables del mundo a este fenómeno según los numerosos informes llevados a cabo por la ONU. Según un informe de la Organización Meteorológica Mundial, más de 110 millones de personas en el continente se vieron afectadas por el clima del año pasado. Países como Somalia, Etiopía o Kenia están experimentando la peor sequía vivida en cuarenta años.
Además, la presencia de ciclones y temperaturas extremas ha provocado un gran número de desplazados dentro de las fronteras africanas. Otras cuestiones, como el expolio de los recursos naturales por parte de grandes empresas de occidente, así como de China y Rusia, también está llevando a miles de jóvenes de distintos países africanos a arriesgar su vida en el mar para buscar un futuro mejor fuera de sus fronteras.
Sin embargo, en el Derecho Internacional todavía no se reconoce la figura del “refugiado climático“ que se podría definir como “aquella persona que se ve obligada a dejar su hogar ante la imposibilidad de vivir en él por las condiciones climáticas extremas”. Pero que no se reconozca no significa que no exista, por eso decenas de organizaciones internacionales en el mundo buscan que los países occidentales asuman las consecuencias de su forma de vida y den soluciones a los habitantes más vulnerables del planeta dejando que sean ellos quienes impongan sus reglas.
“Nuestras fortalezas sobrepasan nuestras debilidades y nuestro potencial para contribuir positivamente al mundo supera con creces nuestra necesidad de asistencia”, señalaba en su discurso Ruto, el actual presidente de Kenia, que recordaba que África es una gran fuente de recursos naturales, como el cobalto, necesario para la transición ecológica, o la luz solar, que no se aprovecha por contar únicamente con el 2% de los paneles solares del mundo, además de la población pues cuenta con 600 millones de personas y es el continente más joven del planeta.